El pasado 20 de Octubre se inauguró oficialmente la planta de biogas de Can Mata. Los padres de la criatura — Prezero, Waga Energy y Nedgia — estaban pletóricos. El vertedero se vistió de gala, cubrieron el tan poco fotogénico frente de explotación y convocaron a los medios. Fruto de esa campaña mediática hemos visto una avalancha de titulares estos últimos días donde alaban las bondades de la nueva instalación. Las secciones dedicadas a ecología de los periódicos se han llenado de adjetivos; «verde», «renovable» o «limpia», y hablan de grandes cifras muy cerca de frases en las que mencionan las palabras «solución» y «futuro».
Pero, ¿Es realmente una energía renovable? ¿De verdad han encontrado la solución al problema de la energía?. No lo creemos.
¿Qué es una energía renovable?
De acuerdo con las Naciones Unidas, una energía renovable es aquella que derivada de fuentes naturales que se reponen a un ritmo mayor del que se consume. Por tanto, son claros ejemplos la energía solar, fotovoltaica o de concentración, la energía eólica, la mareomotriz, la undimotriz, la geotérmica o la hidroeléctrica.
Sin embargo, atendiendo a su definición, los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), por otro lado, son recursos no renovables, pues tardan cientos de millones de años en formarse y, por tanto, pese a tener un origen natural, no se reponen a un ritmo mayor al que se consumen.
Por otro lado, tampoco podemos catalogar como energías renovables las obtenidas a partir de la valorización energética de los residuos sólidos urbanos (RSU), o la obtención de metano a partir del biogás, pues ambas tienen su origen en procesos antrópicos derivados de la actividad humana y no se reproducen a un ritmo mayor del que se consumen. Sin embargo, el uso de éstas obedece a la necesidad de minimizar los impactos que las actividades que las producen generan.
Por un lado, la valorización energética de los RSU procura la conversión de aquellos residuos que no pueden ser reciclados en energía, ya sea en forma de electricidad, vapor o agua caliente. Por otro lado, la metanización del biogás obtenido en los depósitos controlados de RSU obedece a la necesidad de reducir las emisiones diferidas de dicho gas a la atmósfera, pues el metano tiene una capacidad 8 veces superior a la del dióxido de carbono como gas de efecto invernadero. Por ello, su extracción, además de minimizar su impacto en el efecto de calentamiento global, permite valorizarlo energéticamente en usos alternativos al de su oxidación por pirolisis directamente en el foco de emisión.
¿Qué es una energía limpia?
El Consejo de la Unión Europea en el trascurso del año 2022 definió el catálogo de energías consideradas como limpias, las cuales se caracterizan por tener un menor impacto sobre el calentamiento global respecto a los combustibles fósiles tradicionales (carbón y petróleo) en emisiones de dióxido de carbono.
Éstas energías incluyen todas las renovables y, además, el gas natural, fruto de las presiones ejercidas por el Gobierno alemán, principal consumidor del gas natural ruso a través de sus gaseoductos, y de la energía nuclear, fruto de la presión ejercida por el gobierno francés. Sin embargo, no debemos olvidar que, el gas natural es un combustible fósil y que la energía nuclear, pese a no generar emisiones directas de dióxido de carbono, genera un cúmulo de residuos radioactivos de difícil y costosa gestión a muy largo plazo.
En dicha definición podrían incluirse la valorización de los RSU como el biogás, pues ambas tecnologías generan electricidad mediante subproductos de la actividad humana produciendo emisiones de carbono inferiores a la de los combustibles fósiles. Siendo en general esta clasificación mucho más adecuada que su declaración como energías renovables.
¿Cuál es el paradigma actual de generación?
Actualmente, el «mix» energético español incluyendo aquellas energías catalogadas como renovables, entre las cuales figuran erróneamente en base a su definición la valorización energética de los RSU y la metanización del biogás entre otras, denota que éstas tienen un peso relativo ínfimo en cuanto a producción.
Tecnología | GWh | % |
Energía Eólica terrestre | 62.050,00 | 49,3% |
Hidroeléctrica | 29.626,00 | 23,6% |
Solar fotovoltaica | 21.922,00 | 17,4% |
Solar térmica | 5.176,00 | 4,1% |
Biocombustibles sólidos | 5.095,00 | 4,1% |
Biogás | 979,00 | 0,8% |
Valorización energética RSU | 854,55 | 0,7% |
Energía mareomotriz | 19,00 | 0,0% |
Biocombustibles líquidos | 14,00 | 0,0% |
Energía Eólica marina | 11,00 | 0,0% |
Según los últimos datos de la agencia internacional de las energías renovables (IRENA), en el 2021 en España la generación de energía mediante la valorización energética de RSU o la producción de biogás apenas supuso un 1.5% del total de la energía de fuentes supuestamente renovables.
Como plataforma que lucha por el cierre de vertederos y aboga por políticas de residuo cero, estamos totalmente en desacuerdo con los excesivos elogios que se han hecho a la planta de biogás de Can Mata. Si bien es cierto que la producción de biogás a partir de residuos de vertederos puede reducir las emisiones de metano, no debe etiquetarse erróneamente como una fuente de energía renovable. El hecho es que estos procesos son resultado de la actividad humana y no se reponen a un ritmo mayor que el consumo.
Además, el uso de biogás es simplemente una forma de minimizar los impactos negativos de las prácticas de gestión de residuos. En lugar de ello, deberíamos centrarnos en reducir nuestra generación general de residuos mediante políticas que promuevan la reutilización, la reparación y el reciclaje. En última instancia, esto conduciría a que terminen menos residuos en los vertederos y a menos oportunidades para la producción de biogás.
El actual «mix» de fuentes de energía en España pone de relieve la necesidad de un cambio hacia opciones verdaderamente renovables. La promoción de tecnologías de conversión de residuos en energía como energías renovables sólo sirve para maquillar de verde a las industrias que afirman ser ecológicas mientras continúan expandiendo sus operaciones.
Como sociedad, debemos priorizar la salud y el bienestar a largo plazo de nuestro planeta por encima de los beneficios económicos miopes. Es hora de reconocer que la verdadera sostenibilidad requiere un enfoque holístico que considere la gestión de residuos como parte integral de la transición energética. Sólo entonces podremos esperar lograr un progreso significativo hacia un futuro más sostenible.